🚨😳TRAGEDIA A LA PROMESSA! NESSUNO ERA PRONTO A QUESTO 😨
🚨😳 TRAGEDIA A LA PROMESSA! NESSUNO ERA PRONTO A QUESTO 😨
En los próximos acontecimientos de La Promessa, la calma artificial que reina en el palacio se rompe con un estruendo brutal. Lo que parecía una semana más de intrigas, sussurros y rivalidades aristocráticas se convierte en una auténtica tragedia que deja a todos paralizados, porque esta vez no se trata de engaños, secretos del pasado o peleas familiares: se trata de la vida y la muerte.
Todo comienza con un ambiente extraño en la casa. Los sirvientes notan un silencio tenso, casi sombrío. Las miradas esquivas, los pasos acelerados, los murmullos que se cortan apenas alguien entra en la sala… algo ronda La Promessa, algo que nadie quiere nombrar. Y sin embargo, todos lo sienten.
Jana, que ha sobrevivido a tantas pruebas desde su llegada al palacio, presiente que algo terrible está por ocurrir. Sus pesadillas regresan: el fuego, la voz de su madre suplicando, el rostro de su hermano perdido. Cada noche despierta sobresaltada, segura de que el pasado está a punto de alcanzarla de nuevo. Y no se equivoca.
La tragedia empieza a gestarse cuando Manuel recibe una carta urgente, marcada con el sello de un antiguo enemigo de la familia. El joven intenta ocultarla, pero Jana lo sorprende y, aunque él intenta protegerla, ella logra percibir un detalle inquietante: el mensaje habla de “una deuda pendiente” y de “una vida que deberá ser pagada”. Todo apunta a que alguien ha puesto precio a la destrucción de la familia Luján.
Lo que nadie sospecha es que ese mismo enemigo también ha enviado a La Promessa a un mensajero silencioso: un infiltrado capaz de pasar desapercibido incluso entre los sirvientes. Su misión es devastadora, y el daño que causará no se limitará a una sola persona.
La tensión alcanza su punto máximo cuando Cruz, siempre altiva, siempre manipuladora, siente por primera vez verdadero miedo. Un objeto inesperado aparece en su habitación: un broche antiguo que perteneció a una mujer del pasado… una mujer cuyo final fue tan misterioso como violento. Para Cruz, esa señal es un aviso claro: la tragedia está a punto de caer sobre la casa.
El día fatídico llega sin advertencia. La Promessa, bañada en un sol brillante, parece completamente tranquila. Pero el destino no se detiene ante la belleza. Cuando todos se reúnen en el gran salón para una celebración menor, un estruendo sacude los muros. Un grito desgarrador atraviesa los pasillos. Una empleada corre, pálida, temblorosa, incapaz de pronunciar más que dos palabras:
—¡Es Catalina! ¡Ha caído!
La visión es aterradora. Catalina yace al pie de la gran escalera del palacio, inmóvil, con la cabeza ladeada y un hilo de sangre descendiendo por su sien. La misma mujer que siempre caminó erguida, orgullosa, altiva… ahora parece una muñeca rota.
El caos estalla. Manuel intenta ayudarla, pero Jana lo aparta con delicadeza: ella sabe cómo tocar un cuerpo herido sin agravar el daño. Cruz se descompone, histérica, sus gritos se mezclan con las órdenes desesperadas de los sirvientes. Lorenzo se muestra inexplicablemente calmado… quizá demasiado calmado. Como si hubiera estado esperando que algo así ocurriera.
Mientras Catalina es trasladada a su habitación, luchando entre la vida y la muerte, comienzan las sospechas. ¿Fue un accidente? ¿O alguien la empujó?
Jana, con su capacidad para ver más allá de las apariencias, empieza a reconstruir la escena. Ve un detalle crucial: una tela desgarrada en la barandilla, un rastro de perfume que no pertenece a Catalina… y un par de huellas que apuntan a un hecho aterrador: alguien estuvo allí con ella.
El palacio entero cae en un silencio sepulcral. Cada paso, cada respiración, cada palabra pesa. Todos saben que cuando una tragedia golpea un hogar marcado por secretos, nunca es casualidad.
Mientras Catalina permanece inconsciente, los médicos no pueden asegurar su supervivencia. Cruz se niega a separarse de ella, y aunque muchos creen que es dolor genuino, otros sospechan que su reacción es puro terror: Catalina conoce verdades que podrían destruirla, y si ella muere, esas verdades podrían quedar enterradas para siempre… o quizás ya han salido a la luz.

La tragedia se oscurece aún más cuando se descubre un detalle que lo cambia todo: Catalina no cayó sola. Hay señales claras de forcejeo, marcas en su muñeca, y una sombra registrada por uno de los espejos del pasillo. Alguien la siguió. Alguien se aseguró de que no pudiera gritar.
El infiltrado del enemigo se mueve con rapidez. Sabe que su misión no está completa. El plan no era solo herir a Catalina… era desmantelar el equilibrio frágil de La Promessa. Y lo está haciendo.
La tragedia no termina ahí. Mientras los médicos luchan por la vida de Catalina, Manuel encuentra la carta que intentó ocultar, ahora abierta sobre su escritorio. El mensaje ha cambiado. Una nueva frase ha sido añadida:
“Ahora entenderás que nadie está a salvo.”
Es entonces cuando Manuel, por primera vez, siente un miedo que lo supera. Ya no se trata solo del enemigo de la familia. Ahora sabe que alguien dentro del palacio está colaborando con él.
El episodio culmina con una escena desgarradora. Jana, sola en el jardín nocturno, mira las luces del palacio temblar en la distancia. Siente que la tragedia no ha hecho más que empezar. Su propio pasado parece entrelazarse peligrosamente con el de Catalina… y con el infiltrado.
Una última toma revela una figura oculta detrás de un seto, observándola. Una figura que susurra:
“No temas, Jana. La tragedia recién empieza.”
La cámara se aleja, dejando al espectador con una sensación de angustia:
nadie en La Promessa está a salvo…
y la tragedia que acaba de comenzar podría cambiarlo todo.