¿De verdad se casará Manuel con Jana? ¡Descubre qué sucede! | AVANCES DE LA PROMESA
Tres días para lo imposible
En La Promesa, el tiempo corre en contra de todos y el reloj de arena se ha puesto en marcha con un anuncio que sacude el palacio entero: Manuel ha fijado un plazo de tan solo tres días para que todos acepten lo impensable. Contra viento y marea, ha decidido que se casará con Hann, y no habrá objeción que lo aparte de su firme resolución. Esta declaración, hecha en el gran salón, cae como un rayo sobre la familia Luján. Para el joven heredero, es la culminación de un amor sincero; para Cruz, en cambio, representa una mancha indeleble sobre el honor de su apellido.
El matrimonio se convierte en un campo de batalla donde cada palabra es un arma y cada gesto, un desafío. Cruz, herida en su orgullo y aterrorizada por el escándalo social, busca apoyos donde jamás pensó que recurriría: en Leocadia. La llegada repentina de esta mujer al palacio reabre viejas heridas y secretos del pasado que todos creían enterrados. Cruz intenta mantener la compostura, pero su mirada nerviosa la delata: teme lo que Leocadia pueda decir, teme que sus pecados ocultos salgan a la luz.
La Promesa’, avance del capítulo 671 del martes 9 de septiembre
Leocadia no regresa por casualidad. Con una sonrisa enigmática y frases cargadas de dobles intenciones, juega con la memoria de la marquesa. “Tengo buena memoria”, le dice, dejando claro que no ha olvidado ni lo bueno ni lo malo. Sus palabras son cuchillos disfrazados de cortesía. Cruz, que intenta mostrarse hospitalaria, se encuentra cada vez más acorralada. La recién llegada no tiene prisa por marcharse; al contrario, afirma que piensa quedarse mucho tiempo, lo suficiente como para remover todos los fantasmas escondidos entre las paredes del palacio.
Alonso también queda sorprendido con el regreso de Leocadia. La observa con cautela, intentando reconstruir qué la unió a su esposa en el pasado y, sobre todo, qué la motiva a volver justo ahora. Intuye que su aparición no solo perturbará a Cruz, sino que sacudirá el frágil equilibrio de toda la casa. Mientras tanto, las criadas más veteranas, Simona y Candela, recuerdan que aquella mujer fue en su día una amiga muy cercana de la marquesa, un lazo que terminó de la peor manera. El misterio de esa ruptura vuelve a cobrar fuerza, y la sensación de que viejos secretos saldrán a la luz aumenta en cada rincón.
Mientras el palacio tiembla con la reaparición de Leocadia, otro conflicto estalla en el seno de los Luján. Catalina, firme y valiente, se mantiene en su decisión de criar a su hijo sin un padre. No acepta un matrimonio de conveniencia ni con Pelaio ni con Adriano; quiere proteger al niño y seguir su propio camino. Pero Alonso, cegado por la obsesión de preservar la reputación familiar, estalla de furia. Considera inconcebible que su hija enfrente sola lo que para la sociedad es un escándalo. La tensión padre e hija alcanza un punto crítico, pero Catalina no cede: está dispuesta a pagar el precio de su libertad.
En paralelo, María Fernández vive en carne propia otro tipo de tormento. Desde el beso con el padre Samuel, nada ha sido igual. El sacerdote se debate entre los sentimientos que lo desbordan y su vocación, y elige distanciarse con frialdad. Ese muro hiere a la joven, que se siente rechazada y confundida. Teresa intenta animarla, y Ana también percibe la tristeza que la consume, consciente de que Samuel libra una lucha interior que lo destroza por dentro.
Por su parte, Curro saborea una victoria agridulce con la partida de Ulia y Martina, que lo libra momentáneamente de la presión de su padre, Lorenzo. Pero sabe bien que esa calma será breve: el capitán no se rendirá y volverá con nuevas estrategias para controlarlo. Consciente del peligro, Curro busca aliados y se mantiene en guardia, decidido a no dejarse doblegar.
El regreso de Leocadia no solo afecta a Cruz, también golpea con fuerza a Rómulo. Años atrás, cuando Cruz le ordenó eliminarla, él eligió la compasión y le permitió desaparecer. Esa desobediencia lo atormenta ahora: al verla de nuevo, teme que aquel acto de clemencia acabe volviéndose contra todos. Sus ojos reflejan la duda: ¿habría sido mejor cumplir la orden y evitar el caos actual? Pero en el fondo sabe que su decisión, dictada por la humanidad, no puede ser borrada, aunque lo persiga para siempre.
El anuncio de Manuel es inamovible: la boda con Hann se celebrará en tres días y será el padre Samuel quien oficie la ceremonia. Cruz intenta convencer a Alonso de detener el matrimonio, pero él, resignado, reconoce el derecho de su hijo a elegir su destino. Sin el apoyo de su marido, Cruz decide usar su última carta: imponer condiciones. Su estrategia apunta a humillar a Hann, prohibiendo que la servidumbre asista a la boda, pese a que ella deseaba compartir ese momento con quienes fueron su familia en los tiempos difíciles. La decepción de Hann es enorme, y la tristeza invade a los criados, que aceptan la exclusión con dignidad. Solo Petra celebra la decisión de la marquesa, alimentando aún más la división de clases.
Manuel, indignado, enfrenta de nuevo a su madre. Defiende a Hann y acusa a Cruz de querer perpetuar barreras sociales que él considera absurdas. El enfrentamiento hace crecer la tensión en el palacio: Alonso se ve atrapado entre la intransigencia de su esposa y la determinación de su hijo, incapaz de mediar en un conflicto que parece no tener salida.
Mientras tanto, Hann afronta las intrigas con una serenidad que desconcierta. Orgullosa, anuncia su boda a los sirvientes e insiste en que, aunque Cruz intente excluirlos, ellos son parte de su historia y de su alegría. Su fortaleza inspira a María Fernández, que se emociona con la idea de acompañarla en ese gran día. La noticia corre por los pasillos y enciende una chispa de esperanza en los corazones más humildes.
Leocadia, siempre calculadora, observa el juego desde la sombra. Cada mentira de Cruz acerca del origen de Hann le sirve como prueba de que la marquesa oculta algo. Decide acercarse directamente a Hann, lanzándole preguntas incisivas sobre su pasado. La joven duda: no sabe si confiar en esa mujer que podría convertirse en aliada o en enemiga. El suspense aumenta: ¿qué busca realmente Leocadia?
Mientras tanto, otros secretos amenazan con estallar. Ricardo, tras leer una vieja carta de su difunta esposa, se derrumba en silencio. Los recuerdos y la culpa lo consumen, incapaz de concentrarse en sus tareas. Petra lo presiona y lo humilla por su distracción, pero Pia, con ternura, lo insta a hablar con Santos y contarle la verdad que lleva años ocultando. Para ella, su hijo tiene derecho a saber. Ricardo lucha contra el miedo, pero la insistencia de Pia lo empuja a dar un paso que puede cambiarlo todo.
Los preparativos de la boda avanzan, pero la tensión en el palacio crece con cada hora. Cruz, desesperada, no se resigna a que su nuera sea la ex criada que tanto desprecia. Leocadia, con su presencia amenazante, siembra dudas en todos. Catalina se enfrenta a su padre por su independencia, María Fernández sufre por un amor imposible, y Curro se prepara para la próxima batalla contra Lorenzo. En medio de este huracán, Manuel y Hann intentan aferrarse a su amor, decididos a casarse aunque el mundo entero se les oponga.