LA PROMESA – Beltrán interrumpe su boda con Ángela y desenmascara a Leocadia delante de todos AVANCE

LA PROMESA
Beltrán interrumpe su boda con Ángela y desenmascara a Leocadia delante de todos | AVANCE

El capítulo que se avecina en La Promesa promete ser uno de los más intensos y comentados de toda la serie. Lo que debía ser un momento de celebración, amor y felicidad se transforma en una escena cargada de tensión, revelaciones dolorosas y verdades que por fin salen a la luz. La boda entre Beltrán y Ángela parecía destinada a ser una ceremonia sencilla, elegante y sin sobresaltos. Pero nadie imaginaba que justo en el momento más solemne… todo se rompería.

La iglesia está llena, los invitados acomodados, las miradas fijas en la novia. Ángela luce radiante, pero nerviosa; como si en su corazón hubiera una sombra que no la deja respirar completamente. Mientras que Beltrán, con una expresión serena pero firme, parece cargar con un peso enorme, uno que está a punto de liberar.
Y entonces llega el momento.

Cuando el sacerdote pronuncia la parte final de la ceremonia y pregunta si hay algún impedimento para que esa unión se realice…
Beltrán levanta la mano.

Un murmullo recorre la iglesia, primero leve, luego más fuerte.
Ángela queda paralizada.
Leocadia, sentada entre los invitados, se aferra al banco como si hubiese sentido un terremoto bajo sus pies.

Beltrán respira hondo. Su voz tiembla, no por duda, sino por la carga emocional del momento.

“No puedo casarme sin antes decir la verdad.”

La frase cae como un rayo.
Los asistentes se miran entre sí, confundidos, temiendo lo que está por venir.

Ángela intenta acercarse a él, pero Beltrán gentilmente le pide esperar.

“Esto no es contra ti, Ángela. Lo sabes. Pero alguien aquí ha construido su vida sobre mentiras. Y hoy… esas mentiras terminan.”

Todas las miradas se giran hacia Leocadia.
Ella, con su sonrisa aún sostenida a medias, intenta mantener la compostura.
Pero su mirada delata pánico.

Beltrán saca una carta. Una carta que ha guardado durante semanas, sin saber si usarla, sin saber si el momento correcto llegaría.

“Leocadia… tú sabías lo que hiciste. Sabes lo que me ocultaste. A mí… y a todos.”

La tensión es insoportable.

Ángela llora en silencio.
Los invitados ya no respiran, solo escuchan.

Y entonces, la verdad se revela:

Leocadia había manipulado, mentido y traicionado a Beltrán.
Lo había hecho creer algo falso, algo que cambió su destino, su vida, sus decisiones.
Había intervenido en su relación anterior, rompió la confianza de una familia y sembró dolor donde debería haber habido paz.

Beltrán, con la voz quebrada, lo explica todo:
Las cartas ocultas, las conversaciones inventadas, las amenazas veladas.
Cada pieza encaja.
Cada respuesta encontrada, ahora tiene sentido.

“No solo me engañaste a mí. Engañaste a todos los que confiaron en ti.”

Leocadia intenta defenderse.
Dice que lo hizo para proteger, por amor, por miedo a perderlo.
Pero ya nadie escucha.

Las lágrimas de Ángela caen lentamente.
Ella se siente usada, atrapada en una historia que no le pertenece.
Beltrán la mira, desesperado por no herirla.

“Ángela, tú no tienes culpa. Pero no puedo unir mi vida a la tuya con una mentira sosteniendo nuestros cimientos.”

La novia entiende.
Su dolor se mezcla con dignidad.

Ella asiente.

No hay gritos.
No hay escándalo.
Solo un silencio que duele.

Los invitados empiezan a murmurar, algunos se levantan, otros lloran, otros sienten rabia contra Leocadia, que ahora está completamente expuesta.
La máscara se ha roto.

Pero lo más impactante ocurre cuando Jana y Manuel, que estaban presentes en el fondo, intercambian una mirada de reconocimiento y comprensión profunda.
Ellos han vivido en carne propia lo que significa que la verdad sea ocultada, lo que significa luchar contra el peso de la mentira.
Y saben que este momento marca un antes y un después para todos.

Leocadia cae de rodillas, rogando perdón, suplicando que no la abandonen, que no la juzguen así.
Pero las lágrimas no apagan las heridas que ella misma provocó.

Beltrán se vuelve hacia Ángela y le da un último gesto:

“Te mereces una vida limpia. Un amor claro. No yo. No así.”

Y se marcha.

No de la iglesia.
De la vida que lo sostuvo hasta ahora.

Ángela, entre sollozos, es consolada por su familia.
Pero su mirada sigue a Beltrán hasta que la puerta se cierra.

La Promesa cambia para siempre.

Después de este episodio, nada será igual:

Leocadia pierde todo poder.

Beltrán inicia un camino de reconstrucción emocional.

Ángela deberá sanar su corazón roto.

Y Jana y Manuel observan cómo el destino sigue moviendo fichas que tarde o temprano… llegarán a ellos también.

Porque en La Promesa, ninguna verdad permanece enterrada.
Y cuando sale a la luz…
se lleva todo por delante.