EL ÚNICO QUE PUEDE ACABAR LEOCADIA: EL DUQUE DE CARRIL || CRÓNICAS y ANÁLISIS de La Promesa
Llámate a la primera mujer de Alonso, a doña Carmen
En el nuevo episodio de La Promesa, los secretos del pasado vuelven a ocupar el centro de la trama y todo gira en torno a un nombre que resuena con fuerza: doña Carmen, la primera esposa de Alonso. La revelación de Leocadia, que ha confesado ser la responsable directa de su muerte por orden de Cruz, ha sacudido los cimientos del palacio y ahora nos obliga a mirar hacia atrás para reconstruir lo que sucedió realmente hace tantos años.
Catalina se muestra incrédula, pues asegura que de niña nunca escuchó mencionar a Cruz en boca de su madre. Eso siembra dudas sobre la supuesta amistad que Cruz afirma haber tenido con doña Carmen. La contradicción es evidente: ¿qué tan cercana podía ser esa relación si ni siquiera la hija de la marquesa recuerda haberla visto o escuchado hablar de ella? Todo apunta a que Cruz, una vez más, ha manipulado la verdad a su conveniencia, fabricando una historia de amistad para justificar su influencia en los hechos que llevaron a la muerte de Carmen.
La manera en que falleció la primera esposa de Alonso siempre ha resultado sospechosa. Oficialmente, fue una enfermedad repentina, fulminante, imposible de explicar. Sin embargo, al conocerse la implicación de Leocadia, todo encaja bajo un nuevo prisma: doña Carmen fue envenenada. Los síntomas, la rapidez con la que se apagó su vida y la imposibilidad de atribuir su muerte a una causa clara conducen a esa conclusión. La sombra del veneno se cierne sobre el recuerdo de la marquesa, y cada detalle del caso refuerza la idea de que su final no fue natural.
Avance semanal de ‘La promesa’: Curro y Ángela tiemblan de miedo, Lorenzo ha vuelto – La promesa
El nombre del duque de Carril emerge entonces como posible brazo ejecutor de esta oscura trama. Durante una de sus visitas al palacio, dejó entrever que conocía los salones y jardines de la finca de tiempos pasados, algo que despertó sospechas. Ese reconocimiento del lugar podría indicar que ya había estado allí en la época en que vivía doña Carmen. ¿Pudo ser él quien introdujo el veneno, actuando por encargo de Leocadia, que a su vez cumplía la voluntad de Cruz? No sería descabellado pensarlo, sobre todo teniendo en cuenta los vínculos del duque con negocios turbios y la confirmada relación que mantiene con el mundo del crimen.
Las teorías se multiplican. Algunos creen que el duque de Carril fue quien inició la red de sicarios que operaba en la zona, aquellos hombres encapuchados capaces de secuestrar o matar por dinero. Otros sostienen que su implicación con Leocadia va más allá de un simple encargo criminal. Hay quienes aseguran que fue él el hombre poderoso y temido que dejó a Leocadia embarazada y que, al enterarse de su paternidad, se desentendió por completo. Si esto fuera cierto, la conexión entre el duque y Leocadia explicaría no solo los crímenes pasados, sino también el miedo constante que ella muestra a ser descubierta en el presente.
De ser así, Ángela podría ser hija ilegítima del duque, aunque esta hipótesis presenta contradicciones. Si Leocadia no quiere que el duque sepa de la existencia de la joven, ¿por qué recurriría a negocios que, inevitablemente, la vinculan con él? Es posible que Leocadia desconociera que el duque era el verdadero dueño de la joyería donde tantas intrigas se han gestado, pero Lorenzo sí parece tenerlo claro, lo cual abre nuevas posibilidades de chantaje y de manipulación.
Mientras tanto, la figura de Leocadia queda cada vez más ennegrecida. A la muerte de doña Carmen se suman otros crímenes confirmados: Dolores, Hann y hasta el doctor Gamarra habrían caído por su mano, ya sea directamente o valiéndose de sicarios. Incluso se sospecha que tuvo participación en el destino fatal de Esmeralda, la gerente de la joyería, aunque ahí la duda persiste entre si fue ella o el propio duque de Carril quien ejecutó el plan. En cualquier caso, el número de víctimas que se le atribuyen empieza a ser aterrador: cuatro, cinco, quizás seis, y las que podrían venir.
La crueldad de Leocadia queda especialmente marcada en el recuerdo de Hann. A pesar de que la mujer le suplicó por su vida y por la de su hijo, prometiéndole silencio absoluto, Leocadia no tuvo piedad y acabó con ella de forma fría e implacable. Ese episodio se ha convertido en uno de los más oscuros de la serie, y ahora regresa con fuerza para subrayar hasta qué punto Leocadia ha sido capaz de llegar en su obsesión por arrebatarle todo a Cruz y a los Luján.
Porque ese es su verdadero objetivo. No quiere un título cualquiera ni una posición cualquiera. Leocadia lo que ansía es ocupar el lugar de Cruz: quedarse con su título, con su palacio y con su familia. Todo lo que fue de Cruz lo desea para sí misma. Por eso no ha buscado apoyo en sus supuestos amigos poderosos, como el duque de Carvajal y Fuentes. Esa ambición desmedida es la que la empuja a cometer atrocidades, siempre con la esperanza de coronarse como la nueva marquesa de Luján.
La Promesa Capitulo 672 – video Dailymotion
Este capítulo nos muestra también la otra cara de Leocadia: la del miedo. En una escena cargada de tensión, la vemos sufrir un ataque de ansiedad al imaginar lo que podría pasar con Ángela ahora que Lorenzo insiste en acusarla públicamente de la muerte de Hann. Aunque ella lo niega con insistencia, el cerco se va estrechando y la posibilidad de que la verdad salga a la luz la atormenta. Sin embargo, lejos de redimirla, ese sufrimiento solo expone su vulnerabilidad, dejando claro que el villano definitivo de la serie es Lorenzo, quien se ha convertido en heredero del papel de Cruz como gran antagonista, dejando a Leocadia en un segundo plano.
Todo este repaso al pasado de doña Carmen no es un simple ejercicio de memoria, sino una pieza clave para comprender los hilos invisibles que aún mueven los destinos de los personajes en el presente. La sombra de ese crimen, cometido en nombre de la ambición, sigue pesando sobre La Promesa. Y lo más inquietante es que quizá aún queden más verdades por salir a la luz, más conexiones ocultas entre Leocadia, el duque de Carril y otros personajes que permanecen en la penumbra.
El capítulo, aunque aparentemente tranquilo en comparación con otros llenos de acción, está cargado de revelaciones y de pistas que nos invitan a especular, a construir teorías y a prepararnos para las sorpresas que vendrán. Porque si algo queda claro es que en La Promesa ningún crimen queda enterrado para siempre, y los fantasmas del pasado siempre regresan para ajustar cuentas.