LA PROMESA – María no sobrevive al parto y, antes de morir, le revela un secreto impactante a Samuel
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Y en los próximísimos capítulos de la serie La Promesa, tras un salto temporal, María Fernández vivirá las contracciones finales de su embarazo y entrará rápidamente en trabajo de parto. Tras largas horas de tensión y esfuerzo, finalmente dará a luz a su hijo, provocando la emoción y alegría de todos los presentes. Sin embargo, la felicidad será breve, porque María no resistirá y fallecerá pocos minutos después, dejando tras de sí un secreto impactante que revelará a Samuel y que cambiará por completo el rumbo de los acontecimientos. Dale a “me gusta” si quieres descubrir la reacción de Samuel ante la revelación de María.
Los días previos al parto transcurren cargados de una tensión silenciosa en el palacio. Cada amanecer trae miradas curiosas, susurros y un delicado equilibrio entre ansiedad y ternura. Samuel y María caminan por los pasillos con una calma nueva, diferente a la de semanas atrás. Él está más presente, firme y decidido a no permitir que nada ni nadie los separe. María, aunque frágil, empieza a mostrar un hilo de esperanza, la sensación de que la vida le ofrece una oportunidad real. La noticia de su boda se difunde discretamente entre los sirvientes: será un acto íntimo, simple, bendecido solo por quienes realmente importan.
Pía será la primera en notar que algo grande está por suceder. La verá a Samuel susurrando palabras al oído de María en el patio, sosteniéndole la mano con delicadeza. Teresa no podrá evitar sonreír cada vez que los vea juntos, y hasta Lope, siempre bromista, se quedará sin palabras, conmovido por la escena. La mañana de la ceremonia, el palacio estará inusualmente silencioso. Teresa entra en la habitación de María, quien, sentada al borde de la cama con las manos sobre el vientre, asiente con los ojos humedecidos. Con un vestido sencillo, Teresa le ayuda a arreglarse, sujetándole el cabello con suavidad y dejando algunos mechones caer sobre los hombros. Le coloca un vestido claro, discreto, y María se sorprende al verse: “Estoy guapa”, dice. Teresa sonríe emocionada: “Estás preciosa”.

En otra habitación, Samuel es arreglado por Lope. El cocinero intenta ocultar su emoción tras bromas, pero no puede. Ajustando la camisa de Samuel, le recuerda la magnitud de lo que está a punto de suceder. Samuel, decidido, reconoce que nunca había estado tan seguro de algo en su vida. Lope finalmente cede a las lágrimas, deseando que ambos sean felices. Cuando queda solo, Samuel respira hondo, procesando lo que viene. Piensa en el bebé, en el miedo y la incertidumbre de María, y jura protegerlos a ambos para siempre.
La ceremonia se celebra en una pequeña capilla junto al jardín interior. El lugar, antiguo pero iluminado por el sol de la mañana, crea un ambiente sencillo e íntimo. Solo Teresa, Lope, Pía y Rómulo asisten, lo esencial. Al entrar María, todos contuvieron la respiración. Samuel queda sin aliento al verla. Caminan despacio, tomados de la mano. Cuando sus miradas se cruzan, el mundo parece detenerse. Cada gesto es un reflejo de esperanza y de todo lo que jamás creyeron merecer. El sacerdote abre el libro y, con voz serena, inicia la ceremonia.
Samuel habla primero durante los votos: elige a María por amor, no por obligación ni impulso, prometiéndole cuidarla y protegerla a ella y al niño que espera. María, entre lágrimas, responde con la misma intensidad: nunca imaginó que alguien la vería, la escucharía y la sostendría cuando se sentía perdida. Le agradece por su amor, su apoyo y por no abandonar nunca. Sus palabras llenan de emoción a todos los presentes: Pía, Teresa y Lope no pueden contener sus lágrimas, mientras Rómulo lucha por mantenerse firme. Finalmente, el sacerdote los declara marido y mujer, y Samuel besa a María con un beso pausado, lleno de calma y verdad, sellando su unión.
Tras la ceremonia, se retiran al jardín interior, solos por primera vez como pareja. María apoya la cabeza en el pecho de Samuel, confiesa su miedo, pero también la paz que siente. Él la abraza, reconociendo su propio temor, pero asegurándole que el amor que siente es más fuerte que cualquier miedo. La vida en el palacio continuará con rapidez extraña; para algunos, todo parecerá acelerado, pero para María y Samuel, cada día será un paso hacia construir su propia vida juntos.
El embarazo de María avanza de manera tranquila. Ella sigue realizando tareas ligeras en la casa, pese a las constantes advertencias de Samuel, Teresa y Pía. Una mañana, mientras organiza estanterías y doblan ropa, siente un tirón intenso y una ola de dolor que la hace gemir. Teresa y Pía reaccionan al instante, ayudándola a caminar hacia su habitación. El trabajo de parto comienza con contracciones fuertes que obligan a María a apoyarse y respirar profundamente, mientras Samuel llega desesperado y se mantiene a su lado sujetándole las manos, prometiéndole que no la dejará sola.
Horas interminables pasan. El médico llega y confirma que el parto será largo y complicado. María sufre, llora y empuja con todas sus fuerzas, mientras Samuel la acompaña inquebrantable. Finalmente, tras un último esfuerzo, el llanto del recién nacido llena la habitación. La alegría invade el lugar, pero dura apenas segundos: María no reacciona. Su cuerpo se debilita y sus ojos se entreabren con dificultad. Samuel siente el pánico apoderarse de él y la toma entre sus manos.
Entre lágrimas y susurros, María revela el secreto que cambiará todo: el bebé no es hijo de Samuel, sino de Lorenzo. Samuel queda en shock, su mundo se desmorona por dentro. María, con su último aliento, le pide que proteja al niño, asegurándole que nunca permita que Lorenzo lo toque. Sus ojos se cierran lentamente mientras Samuel la sostiene, devastado, incapaz de comprender completamente la magnitud de la tragedia.
El capítulo concluye con el corazón de los espectadores roto, expectante por saber cómo Samuel enfrentará la traición y la pérdida, mientras el futuro de su hijo y su propia vida queda marcado por el sacrificio y la revelación de María. La Promesa demuestra, una vez más, que la esperanza y el amor pueden surgir incluso en medio del dolor más profundo.