¡LORENZO HABLA ANTES DE MORIR: LA VERDAD QUE HARÁ TEMBLAR A TODOS! – LA PROMESA AVANCES
debía ser una boda impecable, elegante y digna de la nobleza, terminará transformándose en una pesadilla cargada de secretos prohibidos, manipulaciones calculadas y una verdad capaz de destruir reputaciones, familias enteras y hasta la cordura de más de uno.
Lo que sucede justo antes de la ceremonia será el detonante de un giro brutal: Lorenzo de la Mata, convencido de estar a punto de sellar su triunfo, descubrirá una verdad que no solo alterará para siempre el rumbo de su existencia, sino que impedirá un acto contrario a las leyes de la moral, de Dios y de la naturaleza misma. Una historia enterrada durante décadas está a punto de emerger con fuerza devastadora.
El día comienza con una serenidad engañosa. Desde fuera, la capilla rebosa belleza: el blanco domina cada espacio, las flores parecen flotar en el aire y las luces doradas de las velas iluminan las maderas pulidas. Los invitados de más renombre ya han llegado, vestidos con sus mejores galas, dispuestos a presenciar lo que se anuncia como el evento social del año. Pero bajo esa apariencia solemne se esconde un entramado oscuro y retorcido.
Ángela de Figueroa no está a punto de casarse por amor; el matrimonio es el resultado de un chantaje cruel. Lorenzo posee documentos comprometedores que podrían hundir para siempre a Leocadia, la madre de Ángela. Y aunque la joven la detesta por todo lo que ha hecho, no está dispuesta a permitir que su progenitora termine arrestada, juzgada o peor. La boda es, para ella, una sentencia que debe cumplir.
En la habitación donde se prepara, Ángela parece más una víctima que una novia. María Fernández y Pía la asisten con ternura, pero ninguna de las dos puede aliviar el peso insoportable que ella carga. El vestido, hermoso para cualquiera que lo vea, se convierte en un símbolo de su encierro. Pía, desesperada, le suplica que escape. Ha preparado todo: un carruaje, dinero, un itinerario. Francia, Portugal, cualquier destino lejos del horror que la atrapa. Pero Ángela, entre lágrimas, niega. No puede arriesgar la vida de su madre.
Mientras tanto, en otro punto del palacio, Curro observa la preparación de la ceremonia desde una ventana. Su dolor es inmenso; ha intentado todas las vías posibles para impedir que Ángela sea entregada a Lorenzo, pero ninguna ha prosperado. Lorenzo, astuto como siempre, ha previsto cualquier intento de sabotaje. Manuel, su hermano, se acerca para ofrecer consuelo, pero no hay palabras que puedan llenarle el vacío a alguien que siente perder al amor de su vida sin poder hacer nada para evitarlo.
En contraste con la angustia que reina en otros rincones, Lorenzo se encuentra en su despacho disfrutando de su aparente victoria. Se arregla la corbata frente al espejo, saboreando el brandy y la certeza de que su plan se ha ejecutado de manera impecable. Controlará la fortuna de los Figueroa, someterá a Leocadia y tendrá a Ángela bajo su dominio. Todo según lo planeado… o eso cree.
El padre Samuel, por su parte, está condenado a dirigir una ceremonia que considera profundamente inmoral. Siente, más que nunca, el peso de su fe y la responsabilidad de bendecir una unión manchada de miedo y chantaje. Cuando las campanas de la capilla comienzan a sonar, el sacerdote hace una última plegaria, esperando que algún milagro impida aquello que sabe que no debe ocurrir.
Y entonces llega el momento que lo cambiará todo.

Un mensajero aparece en la biblioteca donde Lorenzo intenta calmar su ansiedad. Trae consigo una carta que debe entregarse en mano y cuyo remitente ha insistido en el carácter urgente del mensaje. Lorenzo abre el sobre sin prestar mayor atención… hasta que comienza a leer. Su expresión cambia, se desfigura, se apaga. Las palabras son claras, precisas y demoledoras: está a punto de contraer matrimonio con su propia hija.
La carta desvela que, hace treinta años, su relación clandestina con Leocadia no terminó como él creía. Ella estaba embarazada cuando desapareció sin explicación. Las fechas cuadran. Los recuerdos que él había enterrado resurgen en un torrente: los paseos secretos, las cartas ardientes, el amor imposible marcado por clases sociales distintas que siempre los empujaron al desastre. Junto a la carta, hay pruebas incuestionables: escritos suyos, testamentos de antiguos criados, documentos oficiales.
La copa cae de sus manos y se hace añicos en el suelo, como si imitara su propia vida, que se quiebra en un solo instante. No siente las manos temblorosas, ni el frío que recorre la habitación, ni la vergüenza que le sube por la garganta como un ácido desgarrador. Solo una verdad lo arrastra hacia el abismo: ha manipulado, humillado y chantajeado a su propia hija. Y, lo que es peor, estaba a punto de cometer un acto inenarrable.
Con solo diez minutos para impedir que la ceremonia avance, Lorenzo se lanza fuera de la biblioteca como si la vida dep