🔻 Ciao a tutti, sono Diego – SPOILER 🔻

¡Atención, spoiler!
Lo que está a punto de revelarse supone un giro impresionante en La Promesa, donde Catalina se verá envuelta en una situación que cambiará por completo el rumbo de la historia.

Catalina llevaba días sintiendo que algo no encajaba en la actitud de Jacobo, el prometido de Martina. Desde que el compromiso se había anunciado, lo observaba con creciente inquietud: demasiado perfecto, demasiado medido, como si cada palabra que pronunciaba hubiera sido ensayada. Aunque a ojos de todos parecía un caballero refinado y sin tacha, Catalina percibía tras esa fachada una sombra difícil de ignorar.

Martina, por su parte, aparentaba alegría, pero Catalina había notado instantes en los que su prima quedaba atrapada en una especie de melancolía silenciosa. Aunque sonreía, sus ojos reflejaban dudas que trataba de esconder. Preocupada, Catalina decidió hablar con ella en el jardín, su refugio habitual. Al mencionar el nombre de Jacobo, Martina mostró una inseguridad que intentó disimular, pero Catalina insistió en saber si realmente conocía al hombre con el que planeaba casarse. Aunque Martina trató de restar importancia a todo, su voz temblorosa y su mirada perdida delataban que no estaba tan tranquila como intentaba aparentar.

Aun así, la conversación terminó sin respuestas claras. Martina, visiblemente afectada, se marchó de manera abrupta, huyendo de una verdad que temía enfrentar. Esto solo reforzó la determinación de Catalina, que decidió observar cada gesto entre Jacobo y Martina en los días siguientes. Lo que descubrió la convenció de que algo grave ocurría: la supuesta pareja perfecta no mostraba cariño auténtico. Él era frío, distante, y a menudo la trataba con un desdén que helaba la sangre. Sin embargo, cuando alguien los miraba, Jacobo se transformaba en el prometido ideal. Era un actor magistral.

Mientras Catalina seguía juntando piezas del rompecabezas, en otro rincón del palacio Cruz y Jacobo mantenían una conversación secreta. La Marchesa, consciente de los riesgos, presionaba a Jacobo para que mantuviera el plan en marcha. Entre ellos existía un acuerdo oculto: el matrimonio con Martina no era un acto de amor, sino un negocio que beneficiaría a ambos. Jacobo parecía debatirse entre la culpa y la ambición, pero Cruz lo manipulaba con precisión, recordándole que ya no había vuelta atrás. Para sellar su pacto, le entregó un documento que él terminó firmando, sellando así su compromiso con aquel engaño.

Esa misma noche, la sospecha que consumía a Catalina la impulsó finalmente a actuar. Aprovechando el silencio del palacio, se deslizó hasta los aposentos de Jacobo. Allí, todo estaba ordenado con una exactitud obsesiva, pero lo que realmente le llamó la atención fue un cajón cerrado con llave. Con decisión, forzó la cerradura y encontró una carpeta repleta de documentos. Al abrirla, el alma se le heló: allí había contratos de compraventa relacionados con propiedades de Martina, transacciones ya firmadas en las que Jacobo figuraba como beneficiario. Todo estaba conectado con Cruz.

Comprendió enseguida que Martina estaba siendo víctima de una estafa cuidadosamente planificada. Ocultando los papeles bajo su capa, salió de la habitación y buscó a su prima. La encontró en la terraza, ensimismada en una tristeza que ya no podía ocultar. Con un tono firme, Catalina dejó caer los documentos frente a ella. Al leerlos, Martina pasó del desconcierto a la devastación absoluta. Jacobo había traicionado su confianza y pretendía robarle lo que por derecho le pertenecía.

Catalina, arrodillándose junto a ella, le dio la única opción sensata: debía detenerlo antes de que terminara de arruinar su vida. Por primera vez, en los ojos de Martina apareció una fuerza nueva. La incredulidad se convirtió en indignación, y la tristeza en coraje. Esa misma noche, armándose de valor, se enfrentó a Jacobo. Él intentó negarlo todo, pero ella le mostró los documentos y lo dejó sin palabras. Con una determinación que jamás había mostrado, lo expulsó de la Promesa. En ese instante, Martina sintió algo que creía haber perdido: libertad.

Tras ese momento decisivo, sus pasos la llevaron casi sin pensarlo hacia Curro, el único que siempre le había mostrado sinceridad. Lo encontró en las cuadras, y al verlo sintió cómo una verdad que llevaba tiempo ocultando pugnaba por salir. Con honestidad, le confesó que nunca había amado a Jacobo, que su corazón siempre había pertenecido a él. Curro, sorprendido, quedó inmóvil, pero en sus ojos se encendió una emoción profunda.

El episodio deja abiertas preguntas emocionantes: ¿Qué hará Curro ante esta confesión? ¿Correspondará los sentimientos de Martina? ¿Cómo reaccionará Cruz al descubrir que su plan se ha derrumbado?

La historia está a punto de dar un giro aún más fuerte, y lo que viene promete ser explosivo.