La Promesa: Manuel se siente identificado con la historia de Curro La Promesa 728 | RTVE Series

¿De verdad te sorprende? ¿No te acuerdas de aquel día en que Ángela desapareció y yo, desesperado, te pregunté si creías que ella significaba algo para mí? Nunca he sido bueno ocultando lo que siento, y supongo que tú siempre lo supiste, aunque jamás imaginaste que estuviera enamorado… Sí, enamorado, Manuel. Burro, decías tú. Pero lo estoy, y no me tiembla la voz al admitirlo.
¿Que si estoy seguro? Más que nunca. No tengo ni una duda. La amo con todo lo que soy, con todo lo que tengo, con cada pedazo de mi alma. Para mí, ella es la mujer de mi vida. Y lo mejor —o lo más complicado— es que ese sentimiento es mutuo. Ella también me quiere. Es lo único que me ha permitido seguir en pie todo este tiempo.

Discover more

Newspaper

Best vacation packages

Pero antes de decidir qué vamos a hacer ahora, creo que necesitas conocerlo todo. Absolutamente todo. Desde el principio, sin saltarnos nada. Porque esta historia no empezó ayer ni hace unas semanas: viene de mucho antes. Se remonta a una época en la que nadie sabía quién era yo realmente, cuando todavía no se había descubierto que era un bastardo ni me había caído encima todo lo que vino después.

Discover more

Best vacation packages

Newspaper

Cuando Ángela llegó a La Promesa, nada fue sencillo entre nosotros. No te creas que desde el primer día fuimos almas gemelas. Ni mucho menos. Al comienzo no podíamos ni vernos. Cada conversación acababa en una discusión y cada encuentro se volvía una batalla. Es curioso pensar en ello ahora, con lo que ha cambiado todo, pero así fue. Incluso doña Leocadia tuvo que obligarnos a acompañarnos a una fiesta juntos. ¿Te lo imaginas? Ella, siempre calculadora, seguramente pensó que yo era un partido adecuado para su hija: tenía un título, tierras y una posición que me convertía en alguien útil. Lo que no sabía —o quizá sí lo intuía— es que Ángela y yo lo último que queríamos era estar cerca.Episodio 642Y, aun así, con toda esa tensión, ocurrió algo que ninguno de los dos estaba preparado para aceptar. Empezamos a sentir algo. Algo que intentamos evitar a toda costa. Nos negábamos a mirarlo de frente porque sabíamos que, si lo hacíamos, no habría vuelta atrás. Nos aterraba pensar en lo que aquello podría despertar. Así que fingíamos indiferencia, discutíamos por tonterías y manteníamos una distancia que cada día se volvía más imposible de sostener.

Pero el corazón, Manuel, no entiende de barreras ni de miedos. Y sin darme cuenta, ella empezó a importarme más que mi propia vida. Nunca había sentido algo tan verdadero, tan intenso, tan… irreversible. Nos enamoramos paso a paso, sin admitirlo al principio, sin querer aceptar que aquello era ya imparable.

Y justo cuando lo nuestro comenzaba a tener sentido, cuando parecía que nada podría romper lo que estábamos construyendo, apareció la casa real. Decidieron arrebatarme mi título de la noche a la mañana. Pasé de señor con tierras a bastardo sin nada. Ese golpe lo cambió todo. Nuestro amor, que hasta entonces era complicado pero posible, se convirtió de repente en una historia prohibida.

Sin embargo, ni siquiera eso nos detuvo del todo. Seguíamos queriéndonos, Manuel. Más que nunca, quizá. Así que tomamos la decisión más arriesgada de nuestras vidas: continuar viéndonos en secreto. Nos encontrábamos a escondidas, buscábamos rincones donde nadie pudiera vernos y hablábamos en susurros. Era la única forma de seguir juntos.

Al principio, doña Leocadia no sospechó nada. Increíble, lo sé, siendo ella quien es. Pero la verdad es que durante un tiempo conseguimos engañar a todos. Después, claro, ya no fue posible. Los dos sabíamos que aquello era inviable, que no podíamos sostener un amor condenado desde el origen. Intentamos dejarlo una y otra vez. Lo hablamos, lo discutimos, lo lloramos. Pero separarnos era imposible. Era como intentar arrancarse el corazón del pecho.

¿Ves por qué te digo que comprendes mejor que nadie lo que siento? Tu historia con Jana es casi un espejo de la mía. La misma impotencia, la misma lucha, la misma mezcla de amor y dolor que no te permite respirar. Por eso sé que entiendes cómo me siento ahora, completamente atrapado y sin saber cómo proteger a la mujer que amo.

Porque eso es lo que me está destrozando: saber que van a obligar a Ángela a casarse con ese miserable. Él no la quiere. Ni siquiera la respeta. No le importa su bienestar ni su futuro. Todo lo que busca es hacerme daño, vengarse de mí. Lo ha dicho doña Leocadia, y es exactamente lo que él pretende: usarla como un arma para verme sufrir.

Episodio 720

¿Que cómo lo sé? Porque él mismo me lo confirmó. Al principio, según decía, pensaba tratarla bien, al menos en apariencia. Pero después de lo que pasó tras su desaparición, cambió su postura por completo. Tú te sorprendes, Manuel, pero él no cambió de opinión por irse de farra. No. La realidad es muy distinta.

Te lo diré sin rodeos: el capitán no se fue a divertirse. Fui yo quien lo secuestró. Sí, Manuel, lo tuve retenido. Y estuve ta