¡Jana puede destruir a Cruz! | Avances de La Promesa del 11 al 30 de noviembre
Título: “Noviembre llega a La Promesa con sangre, secretos y un adiós que cambiará todo”
El mes de noviembre en La Promesa no trae descanso ni esperanza, sino una tormenta de emociones, traiciones y revelaciones que amenazan con destruir para siempre a los Luján. Todo comienza con una mancha de sangre —una huella misteriosa que no pertenece a Dolores—, símbolo de los fantasmas del pasado que resurgen para reclamar justicia. Mientras tanto, la marquesa Cruz, cegada por el poder y la obsesión por mantener su estatus, continúa empujando a todos a los límites del sufrimiento, incluso a costa de su propia familia.
Las primeras jornadas del mes están marcadas por el conflicto entre Jana y Cruz. La relación entre ambas se vuelve insostenible, especialmente después de que Leocadia, con sus palabras fuera de lugar, enciende una chispa que termina en una violenta discusión. Cruz, sin piedad, lanza insultos crueles que hieren profundamente a Jana, quien intenta resistir por el bien del hijo que lleva en su vientre. Al mismo tiempo, María Fernández cae presa de un miedo irracional: cree estar poseída por el demonio y ve señales en todas partes, lo que la sumerge en un estado de angustia que preocupa a todos.
Mientras tanto, Curro no cesa en su intento por arrancar la verdad del pasado a Ramona. Quiere respuestas sobre su madre, Dolores, pero la mujer, asustada y terca, se niega a hablar. En el servicio, Simona y Candela intentan ayudar al padre Samuel distribuyendo comida entre los pobres, aunque Petra las sorprende y frena toda iniciativa. Por su parte, Ricardo se ve atrapado entre los conflictos de su esposa Ana, su hijo Santos y la firme Pia, que no duda en recriminarle su falta de carácter y valentía para enfrentar los problemas.
En los siguientes días, Ángela confiesa a Teresa sus temores: está convencida de que la familia Luján planea casar a Curro con una heredera rica para salvar las finanzas del palacio. Paralelamente, Alonso enfrenta a Cruz por sus engaños hacia Martina. Cansado de las mentiras, le deja claro que no está dispuesto a sacrificar la dignidad familiar por dinero. Pero Cruz, astuta como siempre, planea una nueva jugada: involucrar a Jacobo, el prometido de Martina, para manipularlo y usarlo a su favor.

Catalina, por su parte, confiesa a María Fernández que aún ama a Adriano, el padre de sus hijos. Mientras tanto, la tensión en la zona de servicio no deja de crecer. Ana, humillada por Petra ante todos, intenta recuperar su posición, pero Pia no está dispuesta a tolerar más falsedades y la enfrenta abiertamente. Jana, por su parte, oculta a Manuel las crueles palabras que Cruz pronunció sobre su hijo, y decide buscar respuestas en la habitación secreta del palacio. Allí descubre algo aterrador: una enorme mancha de sangre sobre un viejo tapete. Un rastro imborrable de un crimen que nunca fue resuelto.
El hallazgo obsesiona a Jana. La sangre parece guardar un secreto oscuro, un mensaje del pasado que la empuja a seguir investigando. Su inquietud crece cuando Ramona regresa a La Promesa y reconoce algunos objetos que pertenecieron a Dolores. Sin embargo, la presencia de la anciana provoca el pánico de Cruz, quien teme que su pasado salga a la luz. La marquesa ordena que Ramona sea expulsada, pero ya es demasiado tarde: la verdad está a punto de revelarse.
Mientras tanto, Cruz y Alonso se reúnen con Jacobo y le explican que lo han hecho venir para convencer a Martina de vender las tierras familiares. El marqués, impotente ante la ruina económica, no encuentra otra salida. En las cocinas, el hambre y la miseria comienzan a sentirse. María Fernández, sin embargo, no deja que la desesperanza se apodere de los sirvientes y los anima a seguir adelante.
En medio del caos, Ángela pone sobre aviso a Curro: Cruz y Lorenzo están tramando un matrimonio arreglado para él. Aunque incrédulo al principio, el joven empieza a sospechar que su familia realmente lo quiere usar como moneda de cambio. Catalina y Alonso discuten sobre el destino de las tierras, mientras Martina se ve obligada a tomar una decisión crucial que podría alterar el futuro de todos.
Padre Samuel también vive su propio drama: decide confesarle a María Fernández la verdad sobre sus orígenes, una revelación que cambia por completo su relación. Pero la joven no le cree y lo acusa de mentir. Al mismo tiempo, Cruz pierde el control al saber que Ramona sigue en el palacio. Desesperada, le ordena a Jana que la eche inmediatamente. Lo que la marquesa no imagina es que cada paso suyo la acerca a su propia caída.
Catalina, agotada por los problemas y debilitada por su embarazo, intenta mantenerse fuerte para proteger a los suyos, mientras Alonso empieza a perder la esperanza de salvar la propiedad. A pesar de todo, la llegada de nuevas pistas de Leocadia abre una rendija de verdad para Jana: las revelaciones apuntan directamente a Cruz y al misterio de la muerte de Dolores.

Pero las desgracias no se detienen ahí. La ruina económica alcanza su punto máximo. Alonso y Rómulo se ven obligados a tomar una decisión desesperada: suspender los salarios de todos los sirvientes. Algunos deciden marcharse, otros permanecen por lealtad. En medio de esta crisis, Manuel comunica su decisión más impactante: dejará La Promesa junto a Jana para empezar una nueva vida en Italia, lejos de la sombra de su madre.
La noticia cae como un rayo. Cruz palidece, Alonso queda mudo, Martina contiene el aliento. El palacio entero se paraliza ante el fin de una era. El amor de Manuel y Jana, que ha resistido todos los obstáculos, se convierte en símbolo de libertad, pero también de despedida.
Mientras tanto, Santos, movido por su ingenuidad, trata de reconciliar a sus padres, sin imaginar que sus esfuerzos sólo reavivarán viejas heridas. En el palacio, las tensiones aumentan. Ángela y Martina se unen para proteger a Curro, naciendo entre ellas una complicidad inesperada que podría transformarse en una amistad profunda —o en algo aún más fuerte—.
El mes concluye con un episodio demoledor. Durante la cena, Manuel anuncia oficialmente su partida. Los rostros de los Luján reflejan el fin de su mundo: el linaje se derrumba, el dinero desaparece, y los sirvientes, sin sueldo, enfrentan un futuro incierto. La Promesa, antaño símbolo de poder y orgullo, se convierte en un lugar vacío, cargado de ecos de traiciones y de secretos que ya nadie puede esconder.
Así, noviembre se despide dejando tras de sí sangre, lágrimas y una última imagen imborrable: Manuel y Jana cruzando las puertas del palacio, dejando atrás la ruina de los Luján. Una partida que no sólo marca el comienzo de una nueva vida, sino también el fin de una dinastía. El viento de La Promesa sopla más frío que nunca, presagiando que lo peor aún está por llegar.