LA PROMESA – Alonso regresa con un secreto impactante que destruirá a Lorenzo y a Leocadia AVANCE
Spoiler: “Se ha quedado buena noche, ¿no?”
!La noche parecía tranquila, incluso agradable, cuando uno de los presentes comentó que el clima estaba ideal: un poco de frescor, pero perfecto para terminar la jornada con un vaso de vino y la conciencia limpia. Sin embargo, esa calma se rompió de inmediato cuando le aseguraron a Santos que sabían exactamente lo que había hecho.
Él, intentando mantener la compostura, preguntó de qué hablaban, fingiendo ignorancia. La respuesta fue directa: lo llamaron ladrón. Con evidente fastidio, Santos replicó que la noche había sido perfecta hasta ese momento, cuando decidieron arruinársela con acusaciones sin sentido. Tras eso, anunció que se iba a dormir.
Pero no lo dejaron marcharse. Le recordaron que había sido él quien robó las recetas, las copió y las publicó como si fueran propias. Afirmaron que aquello era intolerable y profundamente inmoral, y que por esa razón exigían una disculpa pública y una rectificación.
Santos trató de defenderse, negando rotundamente todo. Dijo que no podían acusarlo sin pruebas, que todo se reducía a su palabra contra la de ellos… y contra la de doña Petra. En cuanto se mencionó a la mujer, él se tensó. Trató de restarle importancia diciendo que ella tampoco tenía pruebas sólidas, por lo que no le preocupaba su testimonio.
Pero la otra parte respondió sin vacilar. Claro que había pruebas: tenían su carpeta, esa misma que él había tratado de mantener oculta. Santos intentó hacer un último esfuerzo argumentando que en ningún lado decía que esa carpeta fuera suya. Pero la respuesta llegó como un golpe certero: doña Petra la había encontrado en su habitación, y a eso se sumaba el intento de soborno que él mismo había hecho para evitar ser descubierto. Con esos elementos, aseguraron, la culpabilidad era innegable.
Aun así, Santos se aferró a su inocencia. Incluso llegó a preguntar si acaso habían dado con un «hueso duro», insinuando que lo acusaban sin fundamentos. Pero le respondieron con firmeza que él sabía perfectamente que esas pruebas eran más que suficientes.
Ante la insistencia, Santos explotó y les lanzó un desafío: «Pues denúnciame», les dijo. Añadió con sarcasmo que seguramente don Cristóbal estaría encantado de perder el tiempo con semejante asunto, especialmente en un momento tan complicado por los preparativos de la boda.

En ese instante, como si lo hubieran invocado, apareció don Cristóbal. Molesto por los gritos, preguntó qué era aquel alboroto y por qué nadie respetaba las horas de descanso. Su tono era severo, propio de alguien cansado que esperaba un mínimo de calma en la casa.
Le explicaron entonces la situación: por fin habían confirmado que Santos era el responsable del plagio de las recetas. Y añadieron la revelación más impactante: Santos era, en realidad, la persona detrás de la identidad de «Madame Cocot».
La declaración cayó como una bomba.
Don Cristóbal se quedó inmóvil por un instante, intentando procesar la información. Que Santos, un hombre tan aparentemente discreto y sin habilidades particulares en la cocina, fuera quien se escondía bajo el seudónimo de una autora culinaria famosa resultaba sorprendente, casi absurdo. Pero las pruebas, al parecer, ya no dejaban lugar a dudas.
Mientras tanto, Santos comenzaba a mostrar señales de nerviosismo. La fachada de seguridad que había proyectado minutos antes empezaba a desmoronarse. Sus ojos evitaban el contacto visual, su respiración se aceleraba y las manos se movían con inquietud. Aunque intentaba sostener su postura de inocente, era evidente que la presión lo estaba superando.
La tensión en el ambiente aumentó. Los demás comenzaron a exponer más detalles del caso: cómo descubrieron la carpeta, cómo la escritura coincidía, cómo el comportamiento de Santos había cambiado desde que comenzaron a sospechar. Explicaron que fue doña Petra quien primero detectó algo extraño, cuando encontró la carpeta mientras realizaba su labor de limpieza. Dentro había papeles, notas, versiones preliminares de recetas, y hasta correcciones hechas por él.