La Promesa, avance del capítulo 684: Ángela planea huir y Martina acusa al barón
||SPOILER: Ángela decide huir — La tormenta en La Promesa||
La tensión que envuelve el capítulo 684 de La Promesa es casi tangible: la ausencia de Catalina ha dejado una herida abierta en la casa que nadie sabe cómo curar, las sospechas corren como pólvora y, en medio de ese caos, las pasiones y las decisiones extremas cambian para siempre el paisaje del palacio.
El vacío que dejó Catalina se siente en cada rincón: las estancias que antes bullían de vida ahora parecen vacíos mausoleos, y la marquesa, encerrada en su propio dolor, rehúye cualquier conversación sobre la partida. La inquietud se instala en la familia Luján con la fuerza de un huracán: don Alonso, el marqués, se consume en su despacho por la impotencia y la culpa; Adriano, el padre de Catalina, late con una rabia más concreta y exigente, incapaz de aceptar que su hija se haya desvanecido sin noticias.
En ese clima de desasosiego, Martina estalla. Tras contener durante días un pensamiento que le carcome por dentro, entra en la habitación con determinación y revela lo que hasta entonces había callado: sus sospechas recaen sobre el barón de Valladares. Martina recuerda su presencia a la finca poco antes de la desaparición, una conversación tensa con Catalina en los jardines y una actitud que, en su intuición, no fue la de un simple visitante preocupado, sino la de alguien que deseaba algo y no toleraría un rechazo. La acusación cae como una piedra: es grave, peligrosa y difícil de probar, pero le da a la familia un rostro sobre el que dirigir la rabia. Alonso y Adriano debaten cómo actuar: impedir que un poderoso sea interrogado sin pruebas es una realidad amarga, pero no descartan vigilar cada movimiento del barón.
Mientras los señores luchan contra el pánico, Manuel vive su propio infierno interior en el taller. La mecánica, que hasta ahora había sido su tabla de salvación, se ha convertido en un espejo que le devuelve todas sus dudas y miedos. Entre piezas y motores, el recuerdo de Enora y sus promesas lo golpea: ¿amor verdadero o ilusión que lo aleja de una responsabilidad que no se atreve a asumir? Su furia se materializa en golpes contra la pared y en la sensación de que, aunque pueda diseñar aeronaves, no consigue levantar vuelo en su propia vida. La presión familiar, la sombra de ser el heredero y las expectativas se convierten en un yugo que le aplasta.
Ángela, por su parte, arde en indignación. La joven ha perdido la esperanza en las soluciones que le imponen y se niega a aceptar un destino que la ata a un matrimonio que desprecia. Las palabras que dirige al capellán Samuel —y más tarde al capitán Lorenzo— son el reflejo de una ira profunda y bien fundada: acusa a Lorenzo de haber arruinado a su padre, de traicionarlo con promesas falsas y de ser la encarnación de la tiranía que pretende imponerle a ella ahora. La conversación en los pasillos con el capitán se torna en un ajuste de cuentas: Ángela exhibe las cartas de su padre como prueba de la traición y deja claro que no será otra víctima. Su desafío es un aviso: está dispuesta a destruir lo que haga falta antes que someterse.
Leocadia, por su parte, ve cómo su plan minuciosamente urdido para garantizar el bienestar y el estatus de su hija se desliza entre los dedos. Para ella, el matrimonio con Lorenzo era la garantía de seguridad, pero la obstinación de Ángela y su deseo de libertad convierten aquello en un conflicto abierto. La madre no comprende que la rebelión de la joven no es una mera pataleta: es un plan en marcha. Ángela y Curro han trazado una huida clandestina: caballos preparados, la salida por la linde oeste y la promesa de cruzar fronteras hacia un norte donde nadie los reconozca. El anhelo de vivir a su manera —lejos de los títulos y las jaulas de la finca— marca la cuenta atrás para una escapada que cambiará sus vidas.
En paralelo a las tensiones de la nobleza, el servicio sufre la llegada de un nuevo orden impuesto por don Cristóbal, el mayordomo. Su llegada trae consigo una disciplina militar: reglas estrictas, un sistema de faltas que transforma la convivencia en miedo y una necesidad de demostrar poder a través de humillaciones. Ricardo y Candela, pilares del servicio, se encuentran en la primera fila de esta represión: una sopa tibia y una reprimenda pública son el detonante que deja claro que cualquier desliz será castigado con la expulsión. La casa de servicio, antaño hogar y familia, se convierte en una prisión donde la autoridad se ejerce con mano de hierro.
Y en medio de este torbellino, Petra agoniza en silencio. Lo que comenzó como un malestar leve se agrava hasta convertirse en un dolor punzante que le quita el aliento. Aunque intenta ocultarlo, su cuerpo la traiciona: la marquesa ordena llamar al doctor Salazar, quien diagnostica una afección interna que requiere medicación fuerte y, sobre todo, reposo absoluto. Para Petra, descansar equivale a perder su papel, su poder y su identidad; la idea de apartarse la desgarra. El médico insiste: sin cuidados podría derivar en algo mucho más grave. Petra se enfrenta a la humillación de la fragilidad, y la noticia la deja expuesta: su armadura se resquebraja y con ella el pilar que la sostenía.
En este panorama, cada personaje se ve empujado a un punto de no retorno. La acusación de Martina contra el barón siembra una sospecha que puede volverse en contra de inocentes o desencadenar una confrontación peligrosa; la huida planificada por Ángela y Curro amenaza con escindir la casa en dos; la rigidez de Cristóbal socava la dignidad del servicio y siembra resentimiento; y la enfermedad de Petra deja en el aire secretos que solo ella conoce, con el peligro de que, si su salud empeora, muchos misterios queden enterrados con ella.
El capítulo deja la finca en un momento de asedio emocional: el reloj avanza y las decisiones que se tomen durante estas horas alterarán para siempre el equilibrio de La Promesa. Lo que parecía una rutina cotidiana se ha tornado en un polvorín: la casa entera tiembla y cada personaje —desde los señores hasta los criados— debe elegir bando, acción o silencio. Y mientras el sol se pone sobre la finca, el lector/espectador sabe que, en esa noche que se aproxima, nada volverá a ser igual.