Marta le pone límites a Cloe a pesar de su propuesta de una nueva aventura – Sueños de Libertad
Marta le pone límites a Cloe a pesar de su propuesta de una nueva aventura – Sueños de Libertad
En Sueños de Libertad, cuando parecía que el deseo de escapar y reinventarse volvía a encender una chispa de ilusión, Marta toma una decisión que sorprende a todos —y especialmente a Cloe— al imponer límites claros, firmes y definitivos. Lo que comienza como una propuesta seductora de una nueva aventura termina convirtiéndose en un punto de inflexión emocional que redefine no solo su relación, sino también el rumbo de ambas.
Cloe llega con la energía de siempre: impulsiva, soñadora, convencida de que la vida solo tiene sentido cuando se vive sin ataduras. Para ella, la nueva aventura no es solo un viaje o un proyecto; es una promesa de libertad, una huida necesaria de las responsabilidades que pesan demasiado. Cree que Marta, como antes, estará dispuesta a saltar al vacío con ella.
Pero Marta ya no es la misma.
Desde el primer instante, algo en su mirada revela distancia. Escucha a Cloe con atención, sin interrumpirla, sin apagar su entusiasmo, pero tampoco dejándose arrastrar por él. Cada palabra de la propuesta —los planes, los riesgos, la emoción de empezar de cero— resuena en Marta como un eco de un pasado que la marcó profundamente.
Cloe insiste. Le recuerda todo lo que han superado juntas, los momentos en los que se prometieron no dejarse atrapar por el miedo ni por las normas impuestas por otros. Para Cloe, decir “sí” es casi una obligación moral con su historia compartida. Sin embargo, Marta guarda silencio. Y ese silencio empieza a doler más que una negativa directa.
Cuando finalmente habla, Marta lo hace con una calma que desconcierta. No hay reproches ni acusaciones. Solo una verdad clara: no puede seguir viviendo a través de impulsos ajenos, por más tentadores que sean. Explica que ha aprendido, a veces de la manera más dura, que la libertad también implica saber decir no.
Cloe no lo entiende. Interpreta los límites como una traición, como una renuncia a lo que siempre las definió. Le pregunta cuándo Marta se volvió tan cauta, tan racional, tan distinta. Y Marta, con una serenidad dolorosa, responde que no se volvió distinta: se volvió consciente.
El pasado vuelve a colarse en la conversación. Marta recuerda las veces que siguió a Cloe sin pensar, las consecuencias que tuvo, las heridas que tardaron años en sanar. No culpa a Cloe, pero tampoco está dispuesta a repetir la historia. Esta vez, quiere elegir desde la responsabilidad, no desde la euforia.
Cloe, herida en su orgullo y en su corazón, acusa a Marta de haberse rendido, de conformarse con una vida que no la representa. Pero Marta no retrocede. Le deja claro que poner límites no significa dejar de soñar, sino proteger lo que ha construido con tanto esfuerzo. Su libertad ahora pasa por cuidar su estabilidad emocional, incluso si eso implica decepcionar a quien más quiere.
La tensión crece cuando Cloe lanza la pregunta más temida:
“¿Y si esta es la última aventura que podríamos vivir juntas?”
Marta vacila por un segundo. El miedo aparece. La tentación también. Pero luego respira hondo y responde con honestidad: si esa aventura exige que vuelva a perderse a sí misma, entonces no vale la pena.
Ese momento marca un quiebre irreversible. Cloe se da cuenta de que ya no puede convencerla con promesas ni recuerdos compartidos. Marta ha cambiado, y no piensa disculparse por ello. Por primera vez, la relación se invierte: es Cloe quien queda descolocada, obligada a enfrentarse a la posibilidad de seguir sola.

La escena es íntima, cargada de silencios incómodos. No hay despedida definitiva, pero sí una distancia evidente. Marta le desea suerte a Cloe en su nueva aventura, dejando claro que no la juzga ni intenta retenerla. Simplemente, elige otro camino.
Tras la conversación, Marta se queda sola, enfrentando el peso de su decisión. Aunque está convencida de haber hecho lo correcto, no puede evitar sentir tristeza. Poner límites también duele. Renunciar a una parte del pasado siempre tiene un costo. Sin embargo, por primera vez, ese dolor no viene acompañado de arrepentimiento.
Cloe, por su parte, se marcha con una mezcla de rabia y confusión. Su propuesta, que creía irresistible, se convierte en un espejo incómodo que la obliga a preguntarse si su idea de libertad no es, en realidad, una forma de huir. Marta ha sembrado una duda que Cloe no puede ignorar.
El episodio cierra con Marta observando el horizonte, consciente de que ha elegido quedarse cuando todo invitaba a escapar. No sabe qué le espera, pero sabe quién quiere ser. Y en Sueños de Libertad, esa elección silenciosa se convierte en uno de los actos más valientes.
Porque a veces, la verdadera aventura no es irse lejos…
sino aprender a quedarse sin perderse.