UN PLAN “PERFECTÍSIMO” que puede SALIR MAL || REVIEW y ANÁLISIS La Promesa Capítulo 714
Es mala suerte que al duque de Carvajal Cifuentes le haya dado por organizar su aniversario de boda el mismo día que nosotros íbamos a llevar a cabo la nuestra
El episodio de hoy de La Promesa se ha convertido en un auténtico carrusel de emociones, risas, intrigas y planes que desafían toda lógica, pero que, precisamente por eso, nos mantienen pegados a la pantalla. Desde el inicio, queda claro que la coincidencia de fechas entre la boda de Ángela y Beltrán y la celebración del duque de Carvajal Cifuentes trae consigo una serie de conflictos y enredos que nadie podía anticipar. Lo que en un principio parecía una simple casualidad, se transforma en el motor de una de las tramas más cómicas y, al mismo tiempo, tensas de la serie.
El capítulo abre con la continuación de la escena que dejó a todos los espectadores expectantes: Lorenzo continúa humillando a Curro de manera constante, día tras día, en un despliegue de villanía que, a pesar de lo desagradable, aporta un cierto “salseo” que entretiene. Su carácter carismático como antagonista permite que, aunque las situaciones sean tensas, generen más diversión que repulsión, algo que no ocurre con Leocadia. A diferencia de Lorenzo, cuya malicia se percibe casi entrañable, Leocadia provoca un rechazo inmediato: su frialdad, su falta de empatía y la manera en que interactúa con Petra resultan insoportables.
Petra, por su parte, se encuentra en una posición sumamente vulnerable. Al bajar las escaleras con dificultad, se nota que su cuerpo y espíritu están agotados, casi derrotados por las injusticias que ha sufrido. La confrontación con Leocadia es uno de los momentos más crudos: Petra, con voz temblorosa pero firme, pregunta por qué fue degradada a pesar de su aparente mejoría y compromiso. La respuesta de Leocadia es seca, carente de cualquier atisbo de humanidad, lo que provoca en el espectador una sensación de repugnancia y rechazo absoluto hacia el personaje. La frialdad de Leocadia contrasta notablemente con otros villanos de la serie, como Cruz, el conde Ayala o incluso Lorenzo, quienes lograban generar cierta simpatía pese a su maldad. En cambio, Leocadia parece vacía sin Petra: su poder y relevancia dependen totalmente de la manipulación y el control, y su intento de provocar gracia con frases como “mercancía averiada” carece del efecto deseado, reforzando la frialdad de su carácter.

Sin embargo, entre tanta tensión y drama, el episodio también ofrece momentos de ternura y conexión emocional. La interacción entre Manuel y Curro es un claro ejemplo de esto. La serie nos regala escenas donde la relación entre ellos se desarrolla con calidez y cercanía, recordándonos que incluso en medio de intrigas y conflictos, hay espacio para afecto y amistad sincera. Aunque estas escenas terminan inevitablemente volviendo al tema de Leocadia, su presencia se percibe más como un recordatorio de las amenazas externas que como un obstáculo que empañe la bondad de estos personajes. La química entre Manuel y Curro, junto con la posibilidad de que su relación continúe desarrollándose en episodios futuros, añade un matiz positivo en medio del caos.
Pero sin duda, el momento cumbre del capítulo llega con la preparación del plan maquiavélico de Leocadia. Tras la sorpresa de recibir la invitación del duque de Carvajal y Cifuentes para su aniversario de bodas, Leocadia decide tomar cartas en el asunto de manera audaz y extremadamente rebuscada. Lo que podría haberse resuelto con un simple acto de discreción se convierte en un intrincado plan digno de una película de aventuras: Leocadia organiza que la boda de Ángela y Beltrán coincida con la fiesta del duque, utilizando coches para trasladar a los protagonistas a Villa al Quino, donde finalmente serán casados. La complejidad del plan, con todas sus vueltas y posibles riesgos, genera asombro y un cierto humor involuntario, recordando a los espectadores a las películas de Indiana Jones o a los clásicos de aventuras de los años 30, pero en versión “cutre” y propia del estilo único de la telenovela.
Mientras tanto, las cenas y reuniones siguen siendo un terreno fértil para el drama y el entretenimiento. Lorenzo, por ejemplo, sorprende con un regalo a Ángela: un libro en francés que compartía con Curro, un detalle que mezcla el ingenio y la ternura. Este pequeño gesto introduce un matiz de emoción y nostalgia en medio de las intrigas, mostrando que incluso los villanos o personajes complejos pueden tener momentos de humanidad. La cena misma se convierte en un escenario perfecto para observar las dinámicas entre los personajes: Ángela trata de mantener la compostura, Leocadia tramando su plan, y Manuel reaccionando con una mezcla de incredulidad y diversión ante las ocurrencias de la villana. Cada gesto y cada mirada parecen cargados de significado, aumentando la tensión y la anticipación del espectador.